LA
GENERACION QUE CONSTRUYÓ
ESPAÑA
Aquest
es el títol d’un correu electrònic que,
possiblement per error, vaig rebre el novembre del 2.013. No he pogut esbrinar l’autor. Dedueixo, per un detall del seu contingut, que va esser elaborat per algú que viu
allunyat del mar. Desconeixent l’autor d’aquesta reflexió, el transcriuré a continuació en la llengua
original. Crec que el seu contingut
comporta una bona dosis d’ètica i moral. Disculpeu si és llarg, però val la
pena.
“¿Quiénes son los pobres? Los nietos
de los ricos”. (Aforismo castellano)
Cuando analizas lo que ocurre
en una empresa o una sociedad, debes
buscar las causas que provocan su situación, porque sólo trabajando sobre las causas, puedes cambiar los efectos. Y no tengo ninguna duda que una de las
principales causas de la prosperidad que vivimos en los años pasados fue la
actitud de la generación de nuestros padres, y una de las principales causas de
la crisis, es haber perdido esta actitud.
Recuerdo que hace años, un
empresario brillante que viajó a China para hacer negocios, me comentaba: “China
va a ser imparable. Cuando llegas allí
el ambiente te recuerda la España de los años 70. Todo el mundo quiere trabajar mucho, ahorrar,
comprarse su casa, su coche, que
sus hijos vayan a la universidad... Cuando una generación está así centrada, no hay quien la pare”. Este pensamiento me hizo reflexionar entonces
y me ha vuelto a la memoria al contemplar a las tres generaciones que
convivimos.
Mis padres tienen en torno a 70
años, y siempre han sido un ejemplo de trabajo, honradez, austeridad, previsión y generosidad. Pertenecen a una generación que, como dice mi
padre, les tocó el peor cambio: de
jóvenes trabajaron para sus padres y de casados, para sus hijos.
Son gente que veian el trabajo
como una oportunidad de progresar, como algp que les abría a un futuro mejor, y
se entregaron a ello en condiciones muy difíciles. Son una generación que compraba las cosas
cuando podía y del nivel que se podía permitir, que no pedía prestado más que por estricta
necesidad, que pagaba sus facturas con celo, y ahorraba un poco “por si pasaba algo”, que
gastaba en ropa y lujos lo que la prudencia les dictaba y se bañaban en rios
cercanos, disfrutando de tortilla de
patata y embutidos, en domingos
veraniegos de familia y amigos.
Y tan sensatos, prudentes y trabajadores fueron, que constituyeron casi todas las empresas que
hoy conocemos, y que dan trabajo a la mayoría de los españoles.
Sabían que el esfuerzo tenia
recompensa y la honradez formaba parte del patrimonio de cada familia. Se podia ser pobre, pero nunca dejar de ser honrado.
La democracia significaba
libertad y posibilidades y seguir viviendo en armonía y respeto.
Y cometieron los dos peores
errores imputables a esa generación:
1) ”Que mis hijos no trabajen
tanto como trabajé yo”. Nos cargamos la
cultura del esfuerzo y del mérito de un plumazo, convirtiendo el trabajo en algo a evitar.
2) ”Como tenemos unos
ahorrillos, hijo, tu gasta, que para eso están tus padres”. Con lo que mi generación empezó a pensar que
el dinero nacia en las cuentas corrientes de sus padres, que daban la impresión
de ser inagotables y que los bancos eran unas fuentes inagotables de hipotecas,
rehipotecas y contrarehipotecas.
Y entonces, eclosionó nuestra generación (yo soy del
67). La generación de los nuevos ricos, la generación de “los pelotazos”, del gasto
contínuo, de la especulación, de la ingenieria financiera, de la exhibición del derroche, la de lo quiero todo y lo quiero ya, la del
“papá dame”. Y todos nos volvimos ricos
(en apariencia), todos nos convertimos
en gastro-horteras. ¿Conocéis a alguien
que se atreva a comer un bocata de chorizo? Le corren a garrotazos por paleto. Ahora hay que comer hamburguesas reconstruidas al aroma de los almendros
al atardecer. ¿Y qué decir del
vino? Pasamos del Don Simón con Casera, al Vega Sicilia sin fase de
descompresión. El vino ya no está
“bueno”, ahora tiene matices a fruta del bosque, con un retrogusto alcohólico, que adolece de un cierto punto astringente, con demasiada presencia del roble. Esto,
por supuesto, a golpe de docenas
de euros, que para ser un “enterao” hay que pasar por la taquilla. ¡Y es que pocas cosas cuestan tanto, como ocultar la ignorancia!
Somos la generación de “endeudarse
para demostrar que eres rico”. Increible
pero cierto.
- ¿Sólo debes 500.000 €? Es
que eres un cutre. Mira, nosotros
debemos ya 2.000.000 y nos están estudiando una operación por otros 2 más.
- Vosotros si que sabéis sacar
provecho al sistema... Ojalá yo algún
día pueda deber esas cantidades. ¡Cuánto envidio tus préstamos!
En Alemania no daban abasto a
fabricar Mercedes, Audis, BMW para los españoles.
Irrumpió Europa en nuestras
vidas y llegó en forma de mega infraestructuras que producían mega comisiones
para todos los involucrados. ¡Viva el
cazo! ¡Viva el yerno del Rey! ¡Que se
besen los padrinos! Además llovían las
subvenciones, nos daban una fortuna por
plantar viñas y luego a los dos años otra fortuna para arrancarlas. Que llegaba un momento que no sabías si
tenías que plantar o arrancar. A
propósito, ¿Qué toca este año?
Si algún “tarao” dice que hay
que parar esto, se le lapida y “que no pare la fiesta”. Por supuesto que todos estamos de acuerdo que
esto es imposible que se sostenga, pero
hay que empezar a recortar por el vecino, que lo mio son todo derechos
esculpidos en piedra en la sacrosanta constitución.
De la siguiente generación
mejor no hablar (lo dejaré para otro post).
Esta es la generación que dice
el aforismo que será pobre, por ser nieta de ricos.
Si somos incapaces de volver a
los valores con los que se construye una sociedad sostenible, nos hundiremos, eso
sí, cargados de reivindicaciones.
En mi casa siempre he tenido
un ejemplo vivo de cordura, honradez y
esfuerzo. Y no han sido menos felices
que nosotros. Los psiquiatras, de hecho,
dicen que al revés, que han sido bastante más. Debe ser que la sencilla tortilla, el melón fresquito, comprar el sofá cuando se podía, poner las cortinas cosidas por nuestra madre,
con ayuda de la abuela, trabajar y echarle esfuerzo para emprender (aunque no
lo llamaban así) no debía ser mala receta.
Desde aquí quiero dar las
gracias a mis padres y a toda esa generación que nos regalaron un país
maravilloso, que nos hemos encargado de
arruïnar (entre todos, que todos hemos aplaudido la locura), y que sólo con que
nos descuidemos un poquito más, le vamos
a dejar a nuestros hijos un protectorado chino, donde serán unos esclavos
endeudados y tendrán unas historias legendarias sobre la prosperidad que
crearon sus abuelos, empeñaron sus
padres y son incapaces de imaginar los nietos.
Estamos a tiempo de cambiarlo, pero cada vez tenemos menos. Podemos encontrar maestros en casa.
1 març 2015
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada